Depeche Mode - Palau Sant JOrdi

Es prácticamente imposible separar en este post lo vivido en Barcelona, con lo acaecido esos días previos y posteriores al concierto. Una de las mejores experiencias en vivo a la que he tenido la suerte de asistir, irá siempre de la mano de otra experiencia, dramática, desgarradora, y liberadora en cuanto a lo que siento que ha pasado finalmente. 

Pero en fin. Está claro que ha sido uno de los mejores conciertos a los que he asistido jamás. 
Depeche están celebrando la vida tras la perdida de Andrew Fletcher, y ahora, pasados los días y habiendo perdido a mi padre, siento aún más que hicimos lo correcto. 
Memento Mori, recuerda qué morirás, y que la vida es efímera.
Musica y vida, entrelazadas, música a lo largo de mi vida y la de mi padre, siempre a su lado. 
Corrimos un riesgo y por suerte, no sucedió lo inevitable estando en Barcelona. 

En lo musical, nos llevamos un espectáculo impresionante, de una banda que me ha acompañado durante toda la vida, con altibajos, con fases donde no la he respetado como se lo merecían, pero que siempre he amado. 
El nivel musical que exhiben es indiscutible, con un Gahan en gran momento vocal (que bien le sientan los años a su voz, por su registro grave) y físico, y un Martin Gore, que no sólo canta como los ángeles, sino que derrocha un carisma que se ve pero que muy recompensado con el cariño absoluto del público. 
Diria, a riesgo de meter bien la pata, que gran parte del peso en vivo recae sobre Peter Gordeno, multiinstrumentista que acompaña a la banda desde el 98. Me huelo que él es quien lleva la batuta en cuanto al grueso de la instrumentación, pero insisto, me puedo equivocar. 
Igualmente hay que destacar la labor de Christian Eigner tras la batería. Menudo fenómeno, como le da a las baquetas, pura intensidad. 

El repertorio me pareció super equilibrado, dando cancha a su muy reivindicable último trabajo, y desgranando temazo tras temazo. Incluso con los que no controlo tanto, disfruté como un enano, como Precious o Before we Drown. 
Y es que tienen tal cantidad de clásicos, que es difícil no volverte loco con ellos. 

En fin. Esta escapada fue un balón de oxígeno de dos dìas entre tanto stress y tanta lucha, que ahora podría parecer infructuosa, pero no lo fue para nada. 
De todo hay que sacar algo positivo, que en este caso me lo guardo porque no es el medio adecuado donde exponerlo.

¿Volveré a escuchar DM de la misma manera?




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