Concurso de Pintura Cuevas del Becerro

El pasado fin de semana lo echamos en Cuevas del Becerro, cerca de Ronda. 
Nos alojamos en el Cortijo Nuevo, propiedad de la familia de María, muy querida compañera de trabajo. 
Yo le hago fotos al Cortijo, para una nueva web, y a cambio alojamiento grátis. 
Un trueque productivo. 
Espectacular el sitio, hiper recomendable. 

Causalmente , ese finde semana se celebraban la Fiesta del Campo, un evento donde el pueblo se vuelca en mostrar sus costumbres, ya sean agrícolas, gastronómicas, etc. 
Y además, se celebraba la primera edición de pintura rápida, con premios de 700, 400 y 300 euros. 

Si, por supuesto, he ido con intención de participar. Las bases establecían entregar la obra , de mínimo 70x50cm, en soporte rígido y en caballete. 
Primer desafío, pintar a ese tamaño. Nunca lo he hecho, la verdad. Eso ya me motivaba, pero evidentemente es un salirse de mi lugar tranquilo. Luego lo del soporte, sin problema, chapón de Leroy Merlín, y el caballete, préstamo de la madre de mi amiga. 
Pues no iba mal la cosa. Y en Cuevas nos plantamos el viernes, siendo el concurso el sábado de 9 a 5 de la tarde. 
Uno iba con cierta sensación de "pues lo mismo no se presenta mucha gente ni de un nivel increíble y puedo rascar algo". Sensación que desapareció en menos de media hora al ver que desde las 9 de la mañana, había pintores repartidos por el pueblo con lienzos más grandes que mi tele Samsung y equipados con material que me dejaron en paños menores técnica y moralmente. 


No pintaba bien la cosa (ja, chascarrillo fácil). Sumemos que mi desafío era realmente sacar unas horas para perderme en el pueblo a pintar en solitario. Y eso, con una niña de dos años y medio con la que quería disfrutar del día, del pueblo y de las actividades, ya se planteaba una quimera. 
Efectivamente, a las 12 del medio día deambulábamos por Cuevas viendo actividades, participando en un taller de cerámica, viendo a la burra Mariana y disfrutando del dia, eso si, con mi chapón y mi hoja de acuarela sellada pero impoluta, y con poco ánimo de meterle mano. 

Al acercarse la hora de tapear, y entrar las cervezas en juego, decidí no participar. Ni me veía con tiempo, ni con nivel. Así que cuadro guardado en el ayuntamiento (gracias a los policias locales del pueblo, amabilísmos), y a comer algo y seguir disfrutando. 

Entre tapas, cervezas, niños jugando en una plaza, mi cabeza seguía dandole vueltas a que no iba a ser capaz de lanzarme a un reto que llevaba semanas rumiando, una sensación de haber tirado la toalla bastante desagradable. Y de pronto, mi mujer y mi amiga María, de Cuevas, empezaron a picarme. 

No hizo falta mucho, la verdad, otra vuelta de paseo al Ayuntamiento de donde volví con mi papel en blanco, pensando en que iba a pintar. 
Siendo lo más sincero posible, no iba a poder estar 3 horas pintando en ningún sitio (mas que nada porque eran las 15:00 y el plazo de entrega era hasta las 17:00) asi que la única opción era tratar de pintar el cuadro a raíz de una foto de un sitio increíble del pueblo. 
Total, no me iba a llevar premio, asi que...

Menudas condiciones para pintar, un cachondeo. De pie, con el lienzo apoyado en el filo de un banco, una mini mesa con pinturas entre tapas de migas y cañas de Cruzcampo (si, has leído bien), y una docena de niños jugando y preguntándome que estaba haciendo.  Y el añadido del plazo de entrega...

Como siempre, primero lápiz, enfatizando un poco las líneas porque ya llegado ese punto, había decidido no usar tinta, solo lápiz y color. Perfilé rápido el boceto, quedando a mi gusto. 
Y de ahí a lanzar pinceladas, de pie, en condiciones nuevas para mí. Oye, pues no iba ni quedando mal. 
Algún error cometí , bastante tonto, que supe subsanar, consiguiendo terminar el cuadro a eso de las 16:30 horas. 
Ala, solo quedaba salir pitando para entregarlo.
Ah, el caballete. En el coche, a diez minutos al menos ir y volver. Mas presión. 

Me asomé a la sala donde había que entregar los cuadros, avisé que tenía que tardar un poco. y me dieron todas las facilidades posibles. De paso, eché una visual. Menudo nivel. 

Una vez entregado, quedaba la deliberación y el fallo del Jurado. 
Adivinad... No me llevé nada, lo normal. 
Y es que lo que había por allí eran cuadros descomunales, una pasada, la verdad. 
Aún asi, me quedo con el detalle de una miembro del jurado que me dijo que había sido uno de sus cuadros favoritos, eso ya es un premio. 

Y sobre todo con la experiencia, realmente divertida y enriquecedora. 
Dudo mucho que vuelva a presentarme a ningún concurso en un buen tiempo, la verdad. No tengo ni el nivel, ni el tiempo como para dedicarle 5 o 6 horas seguidas a pintar. 
Pero bueno, quien sabe, lo mismo en un año me veo con mucha más capacidad y me lanzo. 











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