The Cure
Una de las ventajas de mi adolescencia (bien lejana) y su carencia implícita de madurez fue la total libertad para cambiar de bando musicalmente sin el más mínimo atisbo de decencia ni remordimiento.
Si, yo era un heavy metal kid. Iron Maiden eran el faro a seguir, y todo lo que les rodeaba era el Santo Grial.
Ojo, pero en menos de unos meses, siguiendo la corriente imperante del momento, dejé mis camisetas de Eddie, y me lancé sin reparos a lo que en ese momento en este país se denominó como Vanguardismo. Ojo, sin problema ninguno, cogí algunos de mis Vinilos (Wasp, Europe, Bon Jovi…), los vendí y reinvertí en U2, Depeche, The Smiths y alguna que otra perla más. Movimiento arriesgado que me contrajo alguna miradita de odio reconcentrado por parte de la Heavileria del barrio.
Y me llama la atención, analizando, que la banda de que se lleva este Post, The Cure, sólo se vio recompensada de ello adquiriendo en Vinilo su disco “Wish”, a la postre uno de mis favoritos.
La banda de Robert Smith me llegó como a tantos cuando en el año 87, con 16 primaveras cumplidas, se vieron encumbrados como una de las formaciones del momento. Ese disco, doble y repleto de hits (así como de momentos oscuros a la vieja usanza), nos llevó a mi y a algún gran amigo a día de hoy a rebuscar en su discografía; en ella nos encontramos desde una banda introspectiva y oscura como la noche, a un grupo asimilando los coletazos del punk y dotándole de la etiqueta post, pasando por fases netamente pop con aderezos electrónicos herencia de la New Wave de la época.
Ya como fan, viví lo que es su mejor disco, ese “Disintegration” que no puede ser más redondo. Pero ay amigo, que con la entrada de los 90, mi lado mas rudo y sediento de riffs me empujó de nuevo al metal. Miento, nunca lo había abandonado, solo combinado…
Y es que esa década trajo tanto, que casi que obligaba a separase de los 80 con cierto menosprecio, al menos obviamente, en mi caso.
Siempre he seguido escuchando a The Cure, aunque reconozco que sus últimos trabajos han pasado más desapercibidos (parte de culpa la tiene el considerable bajón de calidad que los acompañó). Solo que ahora estoy en fase obsesiva. En mi top de bandas que tengo más ganas de ver en vivo, lo digo de corazón.
Ojo, pero en menos de unos meses, siguiendo la corriente imperante del momento, dejé mis camisetas de Eddie, y me lancé sin reparos a lo que en ese momento en este país se denominó como Vanguardismo. Ojo, sin problema ninguno, cogí algunos de mis Vinilos (Wasp, Europe, Bon Jovi…), los vendí y reinvertí en U2, Depeche, The Smiths y alguna que otra perla más. Movimiento arriesgado que me contrajo alguna miradita de odio reconcentrado por parte de la Heavileria del barrio.
Y me llama la atención, analizando, que la banda de que se lleva este Post, The Cure, sólo se vio recompensada de ello adquiriendo en Vinilo su disco “Wish”, a la postre uno de mis favoritos.
La banda de Robert Smith me llegó como a tantos cuando en el año 87, con 16 primaveras cumplidas, se vieron encumbrados como una de las formaciones del momento. Ese disco, doble y repleto de hits (así como de momentos oscuros a la vieja usanza), nos llevó a mi y a algún gran amigo a día de hoy a rebuscar en su discografía; en ella nos encontramos desde una banda introspectiva y oscura como la noche, a un grupo asimilando los coletazos del punk y dotándole de la etiqueta post, pasando por fases netamente pop con aderezos electrónicos herencia de la New Wave de la época.
Ya como fan, viví lo que es su mejor disco, ese “Disintegration” que no puede ser más redondo. Pero ay amigo, que con la entrada de los 90, mi lado mas rudo y sediento de riffs me empujó de nuevo al metal. Miento, nunca lo había abandonado, solo combinado…
Y es que esa década trajo tanto, que casi que obligaba a separase de los 80 con cierto menosprecio, al menos obviamente, en mi caso.
Siempre he seguido escuchando a The Cure, aunque reconozco que sus últimos trabajos han pasado más desapercibidos (parte de culpa la tiene el considerable bajón de calidad que los acompañó). Solo que ahora estoy en fase obsesiva. En mi top de bandas que tengo más ganas de ver en vivo, lo digo de corazón.
